Fortunato llegó a Madrid desde un pueblo de Soria en 1934, al estallar la Guerra Civil.
Abrió una cacharrería, en la que se vendían todo tipo de artículos, de menaje y para hacer arreglos. Al poco tiempo, se unió una frutería a esa tienda localizada en el barrio de Lavapiés.
Finalmente, aquellos negocios fueron revendidos o alquilados.
La tienda de electricidad Casa Soria es el comercio que hoy sigue en pie, heredero de aquella cacharrería. Está ubicada en la calle del Olivar, con el nieto de Fortunato - Carlos - como encargado.
Carlos trabaja desde los catorce años, tiene cuarenta y nunca ha dejado la tienda. Le gusta atender al público y hacerse cargo de los negocios. Aunque estudió Psicología, no quiso ejercer sino quedarse con la empresa familiar; es el único de los hermanos que ha continuado con la tienda y ha visto cómo el barrio se ha ido transformando. Siente que Lavapiés se encuentra ahora en un momento clave.
Muchos negocios locales (curtidores de cuero, tiendas de ultramarinos, ferreterías...) han ido cerrando; solo quedan pocos negocios tradicionales como el de Casa Soria, y el oficio también se va perdiendo.
Sin embargo, Carlos no parece asustarse: "seguimos haciendo lo que hemos hecho siempre: atender bien a la gente, ser baratos y mantener a los clientes de toda la vida".
Carlos me cuenta cuáles fueron los momentos críticos en la vida del negocio. Recuerda especialmente la crisis energética, con la guerra de Yom Kippur, en el 73. La enorme subida del precio del petróleo afectó a la liquidez económica, no se concedían créditos y, por entonces, habían lanzado una línea de electrodomésticos. Al restringirse los pagos a crédito, esta línea se vio afectada y tuvieron que cancelar la venta de electrodomésticos.
Es sorprendente cómo los problemas globales pueden repercutir de forma definitiva a la vida de una tienda en un pequeño barrio de Madrid.A diferencia de lo que sucede en las grandes superficies, este local de electricidad mantiene la estructura de las "tiendas de toda la vida". Uno entra y se topa de frente con los dependientes, colocados detrás del mostrador y los únicos autorizados para extraer los objetos de las cajas apiladas en estanterías. No se favorece que el cliente coja lo que quiera, sino que pregunte, que pida lo que necesita para ser atendido y orientado por el dependiente. Teniendo en cuenta que los objetos de electricidad suelen ser bastante específicos, pregunto a Carlos si tiene que formar a los empleados y cuáles son los criterios que escoge en el momento de contratarles. Me dice que lo más importante es la confianza, poder fiarte de que no van a trampear con las cuentas y que sean conocidos o recomendados.
Actualmente, atiende su negocio un matrimonio que llegó hace un tiempo de Ecuador, recomendados por un conocido.
Casa Soria está en su tercera generación, ha pasado desde el abuelo Fortunato al nieto Carlos y, por el momento, la hija de Carlos no parece interesada en continuar con el negocio.
Como muchos pequeños comercios de la zona, el negocio continúa sostenido por la fidelidad de los clientes y va adaptándose a los cambios del barrio y de la situación económica.
Cuando le pregunto por el futuro, Carlos encoge los hombros y sonríe "aún me quedan muchos años aquí, la fórmula es simple: trabajar y seguir atendiendo como siempre. Ya se verá lo que pasa."
#gentedemadrid